miércoles, 8 de diciembre de 2010

ESCOHOTADO Y LAS DEBILIDADES HUMANAS

Sobre: RETRATO DEL LIBERTINO de Antonio Escohotado, Ed. Espasa, Argentina, 1998, 166 págs.

por Juan E. Fernández Romar

Teniendo en cuenta la histórica propensión del filósofo Antonio Escohotado (Madrid, 1941) por el estudio de las debilidades humanas, resulta coherente que llegase al armado de un libro con estas características y con este título; más si tenemos en cuenta el reconocimiento internacional que alcanzó con la Historia general de las drogas (1989) y con Rameras y esposas (1993), un original ensayo sobre el sexo, el deber, la voluptuosidad, y las responsabilidades asociadas a los géneros. Escohotado se encuentra actualmente en una situación de particular privilegio, siendo requerido continuamente por la prensa, las editoriales, y las universidades, dentro y fuera de su país. Estrellato que comparte con su colega y compatriota Fernando Savater, con quien suele coincidir en la mayoría de los tópicos e intereses, desplegando casi a dúo un humanismo comprensivo de la condición humana que ha sabido ganarse innumerables adeptos.

El éxito editorial de Escohotado no ha debilitado un ápice sus polémicos enfoques pero sí le ha dado una nueva liviandad de estilo, con un perfil más autoreferencial y literario que ensayístico. Parece estar cosechando con comodidad lo sembrado durante años, ilustrando cada tema con su acervo personal de anécdotas y citas y no con el producto de una rigurosa investigación. Por esas razones Retrato del Libertino resulta el más liviano y heterogéneo de los que ha escrito. Más si tenemos en cuenta que ha frecuentado con entusiasmo tópicos muy académicos como la filosofía griega presocrática De physis a polis (1975), o cuestiones epistemológicas como las que abordó en Realidad y substancia (1986), y en Filosofía y metodología de las ciencias sociales (1989).

Es difícil globalizar el contenido de este volumen aunque su título ironiza convenientemente e ilustra negativamente la totalidad. No se trata de una apología del libertinaje como parece sugerir, ni de un juicio moral de ciertos comportamientos que han sido históricamente censurados como podría suponer algún despistado que no supiese nada sobre su autor. En realidad, los siete trabajos que componen el volumen dan continuidad a las reflexiones que Escohotado ha desarrollado a lo largo de toda su obra sobre el respeto por el discernimiento adulto, las lamentables intromisiones del Estado en la intimidad de sus ciudadanos, y las posibilidades de goce que ofrece a diario la vida al despojarse de los rigorismos moralistas impuestos por las religiones o las filosofías represivas.

En el primero explora las bondades del amor carnal a partir de una serie de ideas despertadas por la lectura de My private life, un curioso libro editado a fines del siglo XIX en Amsterdam del cual sólo se realizaron seis copias. Se trata de un libro de una dimensión inusual (once tomos de cuatrocientas páginas cada uno), que se conserva en el Museo Británico, y que fue publicado por encargo de un misterioso millonario victoriano que registró minuciosamente sus relaciones con más de dos mil mujeres a lo largo de cuarenta años de vida sexual intensa.

El segundo artículo se titula "Apuntes sobre bioética" y versa sobre la salud, la alegría, y la tristeza, y presenta en forma camuflada una serie de humoradas muy inteligentes y sutiles. "Estamos en un tiempo donde sobran todo tipo de bravatas y artes marciales, un tiempo donde no parece haber mejor forma de combatir el miedo que trazar nítidas lindes entre valentía y temeridad. En vez de vencer al miedo, el temerario hace sabotaje al sentido común y al instinto de conservación, granjeándose una cantidad de dolor normalmente proporcional a su imprudencia."

En el tercero teje con sagacidad una buena urdimbre discursiva sobre el vicio de apostar apelando a las más diversas fuentes de información tal como lo hizo en varios libros sobre las drogas (El libro de los venenos (1990); Para una fenomenología de las drogas (1992); Aprendiendo de las drogas. Usos y abusos, prejuicios y desafíos (1992); Las drogas. De ayer a mañana (1994) , entre otros); siendo precisamente la ebriedad y sus vehículos materiales el tema del cuarto trabajo de esta selección.

Por último incorpora también un artículo muy breve sobre la eutanasia como derecho universal y dos entrevistas a dos ancianos por entonces muy saludables y más relacionados de lo que podía suponerse: Ernst Jünger y Albert Hofmann. En ambos casos se trataba de personalidad particularmente longevas y polémicas. Jünger ritmó con su vida y sus libros los acontecimientos más importantes del pueblo alemán a lo largo del siglo XX mientras que Hofmann, otro investigador adquirió notoriedad mundial en la década del cuarenta por sus investigaciones con sustancias psicoactivas y en particular su descubrimiento del LSD. Aunque se trata de artículos diferentes Escohotado se encarga de recordar una serie de acercamientos históricos entre uno y otro, deteniéndose en particular en un evento en que ambos ancianos compartieron diversos honores y en el que Hofmann presentó un trabajo sobre la influencia de las sustancias psicoactivas en la obra de Jünger mientras este último confesaba no saber como denominar a "esas magias de Albert".

Aunque la densidad conceptual varíe de un artículo a otro, en todos es posible encontrar permanentes observaciones mordaces, datos interesantes (como cuando recuerda el uso del AZT para combatir el cáncer durante los años 40 y 50, época en que se le atribuyó un origen viral) o definiciones dignas de ser memorizadas: "La salud es básicamente un ánimo -la alegría-, cuya presencia incrementa la capacidad de obrar."

GIULIA SISSA: LA TENTACIÓN DE LAS DROGAS

Sobre: EL PLACER Y EL MAL: Filosofía de la droga de Giulia Sissa, Ed. Península, Barcelona, 2000, 187 págs.

por Juan E. Fernández

En la solapa interna puede verse a la autora elegantemente vestida, sonriendo satisfecha en un balcón elevado de la Rue d´Ulm con el Pantheon de fondo. Casi una postal del París más chic.

Como pie de foto una breve ficha biográfica informa que se trata de una investigadora italiana de cuarenta y seis años, radicada en Francia, que reparte su vida profesional entre el Centre National de la Recherche Scientifique y la Universidad Johns Hopkins en Baltimore (EE.UU.), lo que permite suponer una vida académica trashumante recorriendo importantes centros universitarios

Esa imagen anticipa de alguna manera el contenido ya que el libro se abre así: "Todos estamos en la misma situación. No sólo los dandis de pacotilla en que nos hemos convertido últimamente, desde la apertura de los grandes almacenes y el invento de los escaparates, sino todos nosotros, seres humanos perpetuamente deseadores... Las cosas nos deslumbran por su capacidad de satisfacernos. Y por eso las anhelamos: mirarlas, tocarlas, probarlas, olerlas, oírlas...poseerlas.

Adquirir significa incluir en el radio de acción de nuestros sentidos ya sea flores, libros o cristal de Venecia -como una vanidad flamenca del siglo XVII-, ya Jaguars, trajes de chaqueta, vinos de Burdeos -en nuestras sociedades llamadas de consumo. El cuerpo nos hace sentir nuestros bienes (y nuestros males).

Nos hemos convertido en inversores, coleccionistas, gourmets, seductores. No obstante, seguimos vacíos. Nunca estamos contentos..."

Giulia Sissa parte de la existencia de un universo seductor de objetos y servicios, expuestos en las vidrieras del mundo para la tentación de todos y de una abundancia de placeres posibles a escasos dólares de distancia. Las drogas no serían más que uno de esos placeres intensos y prohibidos.

Esta autora que parece estar todo el tiempo pensando en las motivaciones psicológicas que llevan a una estrella de Holywood a convertirse en un adicto, tiende a reducir la compleja dimensión social e histórica del consumo de sustancias psicoactivas a un problema personal e intrapsíquico.

Las drogas ilegales, emblematizadas por la heroína y la cocaína le sirven para revisar los fundamentos de la teoría psicoanalítica y encuentra en ellas un modelo ejemplar de explicación del deseo humano, siempre ávido e insaciable. Aunque se remonta a Platón y luego avanza a través de los siglos explorando las distintas concepciones sobre el placer y el deseo, y a pesar de que ilustra cada idea con ejemplos literarios clásicos de célebres consumidores de drogas como Thomas de Quincey, Charles Baudelaire, y William Burroughs, la noria es la misma y termina aburriendo.

La toxicomanía para Sissa se reduce a la rendición de un sujeto frente a la tentación de un paraíso emocional artificial, al prototipo del goce instantáneo. "Heroína y cocaína están tan hechas para nosotros...que nosotros no estamos hechos para ellas. Son tan eficaces, tan tolerables, tan activas en la mejora y aceleración de los procesos fisiológicos, actúan tanto y tan bien, que el cerebro querría siempre más." Considerando la tríada habitual de análisis de la toxicomanía: individuo-droga-contexto esta autora jerarquiza deliberadamente el primero y soslaya los demás en un movimiento reduccionista y psicologizante que oscurece la cuestión.

Al hablar genéricamente de la droga se olvida de la variedad farmacológica de las sustancias ilegales y cómo cada una de ellas está asociada en forma diferente con la cultura en que es consumida. Olvida también las dimensiones microsociales de esta problemática como pueden ser los factores familiares predisponentes al desarrollo de una adicción, y que la pasión tóxica tiene un sentido diferente en personas que padecen patologías severas como la psicosis, ya que ese tipo de consumo se inscribe en un marco distinto de relacionarse con el mundo y con el cuerpo.

Sería aconsejable que esta autora leyera más detenidamente a sus colegas franceses Alain Ehrenberg (a quien cita al pasar), Anne Copel o Robert Castel que han hecho aportes interesantes sobre estas cuestiones y han ampliado el campo de análisis. También sería deseable que Giulia Sissa se aviniese a recorrer la periferia parisina y descubriese por sí misma que aún en los países ricos hay ciudadanos con ingresos que resisten las tentaciones de Dior, Chanel, o Arman, y que los mecanismos de marginación, violencia, o sufrimiento pueden tener algo que ver el tema.