LA REVOLUCIÓN EN LA
ÉTICA. Hábitos y creencias en la sociedad digital,
Ed. Anagrama, Colección Argumentos, Barcelona, 1997, 204 págs. (Publicado originalmente el Suplemento Cultural de El País).
El filósofo catalán
Norbert Bilbeny (Barcelona, 1953) es un caso atípico en la reflexión
académica sobre los hábitos y creencias de la sociedad
contemporánea y en especial sobre las transformaciones tecnológicas
y culturales de las últimas dos décadas. Más cerca de las ciencias
sociales que de su propio campo de investigación, la ética, se
diferencia de la mayoría de los pensadores contemporáneos sobre
filosofía política y moral al revelar un interés especial en la
elucidación de los cambios éticos de las sociedades metropolitanas
actuales a partir de las transformaciones del conocimiento y la
tecnología.
La estrategia de
reflexión de este profesor de ética de la Universidad de Barcelona,
pese a su impronta kanteana, no descansa tanto sobre una tradición
escolástica determinada sino que busca legitimidad en otros campos
del conocimiento como la biología, la sociología, la antropología
o la psicología, y en particular en los intersticios y fronteras de
todos ellos. Este movimiento transdisciplinario bastante habitual en
el mundo de la ciencia no resulta nada frecuente en la discusión de
la filosofía política y moral de raíz moderna que mantienen
autores como Nozick, Dworkin, o Rawls.
Este último libro de
Bilbeny presenta tres zonas de argumentación. La primera es una
exploración de los efectos morales de lo que él denomina la
revolución cognitiva contemporánea, aludiendo a la acelerada
producción de conocimientos y nuevas tecnologías que se ha
verificado en el último tramo del siglo XX. Tanto las
transformaciones técnicas de la vida doméstica como la circulación
global de flujos de capital e información hacen que las personas
respondan moralmente en forma muy diferente frente a los dilemas
vitales a como lo hacía en épocas anteriores.
En las sociedades
primitivas las creencias morales se basaban en la adaptación de
individuo al medio: lo bueno era lo
"conocido".
En las sociedades
agrourbanas posteriores se impuso el criterio de perfección: lo
bueno era lo ajustado a la naturaleza de las cosas.
Siglos después, en la
sociedad industrial lo bueno se tornó
equivalente a lo justo, lo que hacía compatible los diversos
intereses en pugna.
En la actualidad reina
una plasticidad de valores mucho mayor siendo lo
bueno aquello que es formalmente "justificable" bajo el
reinado de la autonomía individual.
Luego de definir las
transformaciones éticas contemporáneas Bilbeny se aboca a un
análisis de las modificaciones técnicas de los sentidos y su
relación con la moral (especialmente el tacto y la mirada), en un
mundo en el que todo se puede ver en pantalla y se puede telecomandar
mediante teclas, perillas u otros instrumentos. Esta zona de su
indagación, novedosa, sugerente y original, es probablemente la que
más haya pesado a la hora de otorgarle el XXV Premio Anagrama de
Ensayo garantizándole a este libro una proyección editorial
internacional.
La tercera zona de este
texto -y la más débil argumentalmente del conjunto- está
constituida por un intento de definición de una ética del mínimo
común moral adecuada a los tiempos actuales.
Ética que según Bilbeny debería sustentarse en tres principios
simples. 1) Pensar por uno mismo. 2) Imaginarse en el lugar del otro
a la hora de pensar. 3) Pensar de forma consecuente con uno mismo.
Para ser el corolario de
su esfuerzo teórico, Bilbeny despacha demasiado rápido la cuestión
sin profundizar en los criterios normativos que propone.
También se le puede
reprochar que su mirada, pretendidamente universal, revela
excesivamente su raigambre europea, tanto en sus referentes teóricos
(Sartre, Elias, Freud, Piaget, etc) como en sus preocupaciones sobre
los cambios culturales. Perspectivas que ya había desplegado en su
libro anterior Europa después de Sarajevo. Claves éticas y
políticas de la ciudadanía europea.
Dejando de lado esas
debilidades, las demás facetas de este ensayo brillan con luz propia
iluminando desde ángulos novedosos los cambios cualitativos de
ciertos valores como la solidaridad, el deber, o bien sobre el lugar
del deseo en la vida social contemporánea.
Juan E. Fernández
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